He vuelto al infierno
de dolor y sufrimiento.
He purgado mis culpas,
todas, sin lugar a dudas.
He sentido el calor
de las frías llamas,
y el espantoso dolor
de las tortuosas llagas.
Han clavado sus uñas,
sin compasión alguna,
los dedos del tormento,
y clemencia no encuentro.
Aguijoneada sin compasión
por el suplicio y la aflicción;
sin perder la esperanza
de que toda penuria pasa.
Y por fin ha cedido
esta incansable penitencia,
odiosa y temible dolencia,
incomprendido sacrificio.
¿Acaso es el calvario
que he de sufrir
por ser feliz
en este mundo precario?
Sea pues, si esta es la razón,
pero no renunciaré a tu amor,
ese amor que me hace sentir
eufórica y con ganas de vivir.
Libertad para Sentir (Mary Camiña)